"Ben Gurión", dijo Shmuel
saliendo hacia la cocina para poner agua a hervir, "Ben Gurión quizás haya sido líder
obrero en su juventud, una especie de tribuno popular, pero hoy está al frente
de un país nacionalista y pretensioso y no deja de propagar a su alrededor toda
esa vacua fraseología bíblica acerca de la renovación del pasado en nuestros días
y la materialización de la visión de los profetas".
Y desde la cocina, mientras preparaba el té,
agregó levantando la voz: "Si no habrá paz, algún día los árabes nos vencerán.
Es solo cuestión de tiempo y de paciencia. Los árabes tienen tiempo sin fin y continua
paciencia. No nos perdonarán el insulto de su derrota en el 48 ni tampoco la conspiración
que urdimos contra ellos junto a Inglaterra y Francia hace tres años".
Guershom Vald bebió el té bien caliente,
casi hirviendo, que le sirvió Shmuel en tanto que éste esperó pacientemente que
se le enfríe un poco.
"Hace un tiempo, un año o dos,"
dijo Shmuel, "leí un artículo titulado 'Los límites de la fuerza o el undécimo
soldado'. He olvidado el nombre del autor. Pero aún recuerdo lo que decía:
cuando Stalin invadió Finlandia a fines de los años 30, el comandante en jefe
del ejército finlandés, el Mariscal de Campo Von Mannerheim,se presentó ante el presidente de
Finlandia, Kekkonen, e intentó tranquilizarlo: cada soldado finlandés es capaz
de vencer a diez soldados-campesinos rusos. Somos diez veces mejores que ellos,
diez veces más instruidos y estamos también
diez veces más imbuidos de motivación para defender a nuestra patria del
ataque. El presidente Kekkonen reflexionó un momento y probablemente encogiéndose
de hombros dijo – tal vez mas para sí mismo
que para el Mariscal de Campo- Quién sabe, quizás sea cierto que cada uno de
nuestros soldados finlandeses valga como diez soldados soviéticos, eso está muy
bien ¿pero qué haríamos si por casualidad Stalin enviara contra nosotros once
soldados y no diez? Y éste, así estaba allí escrito, es el problema del Estado de Israel del que no se habla. Los árabes desde
hace más de diez años vociferan día a día que nos van a exterminar, pero hasta ahora
no han invertido en hacerlo ni una décima parte de su fuerza. En la guerra de la
independencia lucharon menos de ochenta mil soldados de cinco ejércitos árabes contra
ciento veinte mil soldadas y soldados reclutados por la población judía que
contaba seiscientas mil personas. ¿Qué haremos si uno de estos días se nos presenta el undécimo soldado árabe? ¿Qué
haríamos si los árabes reunieran en
contra nuestro un ejército de medio millón? ¿O de un millón? ¿O de dos
millones? En estos momentos Nasser se está proveyendo de abundantes y
excelentes armas soviéticas y habla abiertamente sobre una próxima ronda. ¿Y
nosotros qué? Ebrios de victoria. Ebrios de fuerza. Ebrios de alegóricas frases
bíblicas."
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Guershom Vald dijo:
"Gracias. Me gusta lo que has
contado acerca del undécimo soldado. Si realmente se nos aparece de pronto en
el campo de batalla, simplemente tendremos que ahuyentarlo, como a los demás. Si no, no seguiremos estando acá"
Shmuel se levanto y comenzó a pasearse por
la sala entre las estanterías de libros.
"Hasta cierto punto, tal vez sea
posible comprender el alma de un pueblo que durante miles de años conoció muy
bien el poder de los libros, el poder de los rezos, el poder de los preceptos, el
poder del estudio y la memorización, el poder del fervor religioso, el poder
del comercio y el poder de la mediación, pero sólo conoció el poder de la
fuerza sobre su propia espalda golpeada. Y de pronto encuentra entre sus manos
un pesado garrote. Tanques y cañones y aviones a reacción. Es natural que se
entusiasme con la embriaguez de la fuerza y tienda a creer que con el poder de
la fuerza podrá hacer todo lo que se le ocurra. ¿Y qué cree usted qué es lo que
no se puede conseguir de ninguna manera por la fuerza?"
"¿Cuánta fuerza?"
"Toda la fuerza del mundo. Piense en
las fuerzas asociadas de los Estados Unidos, la Unión Soviética, Inglaterra y
Francia. ¿Qué es lo que de ninguna manera podrá conseguir toda esta
fuerza?"
"Me parece que con semejante poder se podría
conquistar todo lo que se te ocurra. Desde la India hasta Etiopía1.""No lo crea. Eso es lo que creen los judíos
en Israel porque no tienen idea de cuáles son los límites de la fuerza. La
verdad es que toda la fuerza del mundo no podría convertir al que odia en amante. Se puede
convertir al enemigo en esclavo, pero no se puede lograr que nos quiera. Con
toda la fuerza del mundo no podría convertir a un fanático en una persona de
ideas progresistas. Y con toda la fuerza del mundo no podría convertir a quien
tiene sed de venganza en amigo. Y justamente estos son los problemas
existenciales del Estado de Israel: convertir al enemigo en amante, al fanático
en moderado, al que guarda rencor y busca vengarse en amigo. ¿Estoy acaso diciendo
que no necesitamos poder militar? De ninguna manera. ¡Dios me guarde! ¿Cómo se
me podría ocurrir algo tan estúpido? Yo sé tan bien como usted que es el poder
de nuestra fuerza militar lo que se interpone en todo momento, incluso ahora
mismo mientras conversamos, entre nosotros y nuestra muerte. Es el poder de
nuestra fuerza el que puede por ahora evitar nuestra exterminación. Con la condición
que recordemos siempre, en todo momento, que en nuestro caso la fuerza sólo
puede evitar. No llevar a un acuerdo y no solucionar. Sólo evitar la tragedia
por un tiempo."
Guershom Vald dijo:
"¿He perdido a mi unico hijo solamente
para posponer por poco tiempo la catástrofe que según lo que dices no hay forma de
evitar?"
De pronto Shmuel deseó con toda su alma levantarse
y abrazar contra su pecho la cabeza irregular, como esculpida del
anciano, y tal vez decirle incluso algunas palabras de consuelo. Pero no hay consuelo en el mundo. Se contuvo y
prefirió callar para no sumar dolor al dolor.
Bravo! !!!
ResponderEliminarBien vos, por traducirlo y regalárnoslo.
ResponderEliminarBien Amos Oz, por escribirlo.
Triste, que la situación siga siendo la misma, ...o peor.