martes, 17 de febrero de 2015

La vieja, el viejo, los viejitos.


"No ha de ser dichoso el joven, sino el viejo que ha vivido una hermosa vida"
                   Epicuro de Samos (filósofo griego, 341 AC – 270 AC)
 Dos queridas  amigas me cuestionaron el uso de la palabra "vieja" en el título de este blog.
 - No me gusta que te definas como vieja- me dijo Marta. 
-Viejos son los trapos- agregó Silvia. 
Con cada una de ellas comparto algunas de mis actividades de señora mayor activa (de vieja jubilada debería haber escrito, pero no quiero disgustarlas...). "Estudiosa" fue la primera palabra que se me presentó cuando empecé a pensar en lo que quiero escribir acá. Y al decir estudiosa, la primera asociación fue por supuesto "vaca", por la de Humahuaca.  No puedo identificarme con las connotaciones de la palabra vaca, ya que  tengo serias intenciones  de bajar de peso. Fue natural que la segunda asociación fuese "vieja" - joven no soy, aunque siempre se tienen 15 o 20 en un rincón del corazón. Tampoco soy tan vieja: según una de las definiciones que encontré, para serlo, mi edad biológica debería ser entre 65 y 70 – me faltan unos años. Pero reúno las otras dos condiciones de esta definición – soy abuela y soy jubilada. Así que siendo 2/3 de vieja por definición, pienso que el nombre de mi blog me representa. No me pienso rendir al  culto a la juventud del capitalismo global y de la sociedad de consumo. Cada día aparece otro eufemismo para tapar realidades y aumentar el consumo. La palabra 'viejo' es cambiada por eufemismos como "persona mayor" o "la tercera edad". Y consecuentemente hay muchas "personas mayores" que temen serlo o ser tratados como tales, no continúan su desarrollo y su maduración, se estancan.

La palabra 'vieja' ¿Qué nos dice? 

Si un gringo que no maneja bien el español busca en el diccionario, encontrará definiciones como éstas - Vieja 1 ~ "Spanish for old lady as in girlfriend or wife".  Vieja 2~ "Old lady. Can also mean who're in slang in other parts of Mexico" {urbandictionary.com}.  Vieja 3 ~ Old woman (anciana). La vieja 4 ~ (madre) my mum; (esposa) my old woman (familiar)  {Spanishdict.com) . Espero que nadie piense que la vieja estudiosa es esa profesional de la profesión mencionada para otras partes de México.  En cambio sí es esposa, madre y old  lady, que suena muy distinguido.  

Según la Wikipedia (Wikipedia.org/wiki/vieja) "Vieja es un género de peces de la familia Cichlidae. La distribución geográfica del género se limita a América Central, principalmente México, Guatemala y Nicaragua. En general poseen un cuerpo ovalado y miden entre 15-35 cm".Últimamente tengo el cuerpo medio ovalado, a mi edad la cintura no es lo que era antes, y perdí en algún lado 4 cm de mi altura, aunque todavía mido más de 35 cm. Escamas sólo tengo cuando me olvido de ponerme crema hidratante en la cara. Lamentablemente nunca estuve en América Central. Por otra parte, no creo que nadie piense que la vieja estudiosa sea un pez.

Sigamos. Según Oxforddictionaries.com y WordReference.com, viejo/ vieja puede ser: 1.  Que tiene muchos años ("a veces la vieja estudiosa se siente más vieja que Matusalén" ) 2.  De aspecto poco joven ( "este peinado me hace vieja")  3.  Antiguo o del tiempo pasado ("nos gusta recordar los viejos tiempos")  4. Deslucido, estropeado por el uso ("es un lindo pulóver, pero ya está viejo).  5. (Coloquial) Padre/madre (" La vieja ve los colores!" - cuando la madre de Eulogio, Sandrini, en la película Cuando los duendes cazan perdices, del año 1954, es operada de cataratas y recupera la vista, mientras los espectadores la van perdiendo por las lágrimas ante la emoción de Eulogio).
 6. (coloquial, América Latina) Familiarmente a un/a amigo/a (¿Tomamos otra copa, viejo?)  7. (coloquial, familiar, América Latina) Esposo/a (¿Me ayudas en la cocina, viejo?). 
En un foro de traducción ante la pregunta de una española que no entendía el uso familiar de la palabra viejo/a en América Latina, aparecieron las siguientes respuestas: " En la Argentina no es una expresión tan común para los jóvenes, que sí llaman 'viejos' a sus padres, pero no tanto entre ellos. En cambio, por ejemplo, en un ámbito de más o menos mi edad, 67, es muy frecuente el decirnos 'vieja' y 'viejo' con una connotación absolutamente cariñosa".   "Nosotros, los viejitos (68) le decimos a todo el mundo 'viejo/a'. Y si queremos ser más cariñosos les decimos 'viejito/a' ".

Resumiendo, la vieja estudiosa tiene muchos años(1) (aunque no tantos como los del foro de traducción);  si no se "produce", es decir, si no se da una mano de pintura antes de salir, tiene aspecto poco joven(2); es antigua (3) en muchas cosas, especialmente cuando habla o escribe en español o cuando se pone a recordar aquellos tiempos, pero está muy actualizada en muchos otros; no está deslucida o estropeada por el uso (4) aunque de vez en cuando se siente chirriar como mueble viejo. En cuanto al uso familiar de la palabra,  " los argentinos a veces llamamos cariñosamente 'vieja' a personas  cercanas", dice una de las participantes del foro de traducción. Y en la elección de la palabra 'vieja' para mi blog pongo acento en el aspecto cariñoso de la palabra. 
  
qué  dice la psicología evolutiva al respecto.  Según la teoría de Erickson,  la vieja estudiosa estaría entre la séptima y la octava y última  etapa de su vida. Estas etapas están marcadas en primer lugar por una productividad ligada al futuro, al porvenir de la familia y de las próximas generaciones. Es una época de búsqueda de ser y sentirse necesitado por los demás, ser y sentirse útil.  Luego está la integridad, a la que podemos llegar contemplando nuestros logros a lo largo del tiempo. Si consideramos que hemos llevado una vida acertada, nos sentimos contentos y satisfechos con ella.
Así que queridas viejas amigas, gracias por preocuparse por el uso de la palabra vieja en el nombre de este blog. La que esto escribe, así como ustedes y otros muchos, lejos está de sentirse un trasto inútil, mira con orgullo el trayecto ya hecho y con esperanza y ganas al que queda por andar. 
Se mira con cariño en el espejo y ve una vieja estudiosa. 

Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
Ingmar Bergman (cineasta sueco, 1918-2007)



miércoles, 11 de febrero de 2015

Jessica y el mar

-Esta es la tercera tormenta de este invierno que comienza un miércoles. – me comentó una compañera mientras salíamos juntas del gimnasio. El viento nos empujaba con fuerza hacia atrás, empeñado en impedirnos avanzar hacia los coches.
-No llevo la cuenta de las tormentas ni de los días en que comienzan, pero ¿qué te parece si volvemos
a entrar y me contás por qué vos sí lo haces? – su comentario había sido evidentemente una invitación a conversar,  mi actividad favorita. Nunca había hablado con ella más de dos palabras. Era una mujer joven, relativamente nueva en el gimnasio y parecía tímida. Además el fuerte viento y la arena que volaba en el aire me habían provocado ganas de tomar un café caliente en un lugar cerrado. Entramos al pequeño bar que funciona en el gimnasio, nos sentamos al lado del ventanal que da a la playa y con una taza de café entre las manos y la mirada fija en el mar revuelto, esto es lo que me contó:
Desapareció como si se la hubiese tragado la tierra. O el mar, que con semejante tormenta parecía amenazarnos desde la playa. 
 Esa noche, todo venía mal. La tormenta duraba ya dos días y el estacionamiento en el que habitualmente dejo el coche, estaba completamente anegado. Al final logré estacionar sobre la vereda, al lado de la obra en construcción. En la calle no se veía un alma. El Instituto donde dicto mi taller sobre Refuerzo de la Autoestima funciona en una casa de una planta, la última de ese pasaje sin salida que termina en los médanos y el mar. En realidad, nunca se ve a nadie por ahí. Mi curso es siempre el último. Las alumnas llegan a las 16:00 para el curso anterior, y hoy, por la lluvia, ni siquiera estaban afuera las que salen a fumar. Cuando apagué el motor, la oscuridad se hizo total. El viento no me permitió abrir el paraguas. Llegué empapada, guiada por la luz de las ventanas. Como siempre que comienza un curso, también está vez estaba nerviosa y ansiosa por conocer al nuevo grupo de alumnos. Había elegido la ropa con cuidado y traía una presentación en mi pequeña computadora portátil. Es importante hacer buena impresión el primer día. Según la lista que me habían enviado, esta vez eran todas mujeres. En general, a mi curso llegan solo mujeres, la mayoría viene con intención de mejorar su estima personal y de paso  hacer algo que una vez por semana las saque  de la rutina trabajo-casa-chicos, en la que viven.  Al entrar, tratando de arreglarme el pelo mojado y de encontrar donde poner a secar el impermeable, del que goteaba el agua sobre el piso, me encontré con la profesora que salía.- No sé cómo aceptamos venir a trabajar en este lugar. La calefacción no funciona, no trates de encenderla porque hace corto circuito- me saludó con tono enojado- tampoco uses la cafetera eléctrica. La secretaria ya se fue, así que acá la única responsable sos vos. Cuando salgas, cerrá todo bien. ¿Tenés la llave, no? Me muero por un té, que te vaya bien, chau.
-¿Y qué tal el grupo? ¿Las alumnas? - traté de averiguar. No me escuchó, ya había salido. A las siete en punto comencé la clase. Siguiendo el orden de la ronda en la que estaban sentadas, cada una se fue presentando: nombre, profesión, razones que la trajeron a anotarse en el curso. Ahora, sólo unas horas después de lo ocurrido, cierro  los ojos y trato  de acordarme de las caras, las voces, los nombres. Intento unir las caras a los nombres de la lista, de recordar si alguna dijo algo original, diferente de lo que dijeron las demás y que me permita identificarla. No logro recordar a ninguna en particular. Tampoco a Jéssica y a la otra, la que estaba sentaba a su lado. Ante todo, elogié la valentía de las alumnas, que inscribiéndose en mi curso dieron el primer paso en el camino que las llevaría a  mejorarse a sí mismas.  -Ni yo me lo creo- pensé mientras hablaba. Continué explicando acerca del razonamiento positivo y para proyectar  el ejemplo que había incluido en la presentación, pulsé el ratón de la computadora. Se cortó la luz.

 Por suerte los teléfonos celulares sirven también de linternas. Mientras yo ya planeaba dar la clase por terminada y dejar de luchar contra las contrariedades que se iban amontonando como si quisieran advertirme de algo, dos alumnas encontraron el tablero de la electricidad. Después de desconectar todo lo que aún quedaba enchufado, lograron devolver la luz a la clase. La oscuridad había acentuado mi incomodidad por el frio y mi temor irracional a los truenos.  Pero al mirar hacia la clase me di cuenta que la falta de tranquilidad que reinaba entre las alumnas no se debía a la tormenta, estaba pasando algo. - Jessica salió hace más de 15 minutos y no volvió- respondió una de las mujeres a mi pregunta.- A lo mejor debía irse antes de terminar la clase.- No lo creo, se hubiera llevado sus cosas.  Estaba sentada acá, al lado mío. Acá está su carpeta y la lapicera. También la cartera está acá, bajo la silla. Cuando vi que tardaba tanto salí hace un momento a buscarla. Pero no la encontré. - Hagamos una pausa y vemos que pasa – dije caminando hacia la puerta. Varias alumnas salieron conmigo y  teléfono en mano, compitiendo contra el viento y el estruendo de las olas sobre la playa, gritamos: - Jessica, Jessica. Primero buscamos en los autos estacionados, siendo la primera clase, ninguna la conocía, no sabíamos cual era su coche, ni siquiera sabíamos si tenía uno. En ese momento se volvió a cortar la luz en el instituto. Las alumnas que se habían quedado adentro salieron y se unieron a la búsqueda.  Dos caminaron hasta la playa. Volvieron despeinadas y sin noticias. Varias trataron de alumbrar la obra en construcción a través del cerco, tampoco vieron nada. A una de las mujeres le pareció  ver luz en uno de los coches estacionados en lo que había sido un estacionamiento y era ahora un pequeño lago. Me despedí tristemente de mis botas de gamuza y me acerqué al coche estacionado. Estaba vacío, pero un gato saltó desde el capó al techo. Pensé que me desmayaba. Las alumnas que corrieron a ayudarme, también se hundieron hasta las rodillas en al agua.

  Por fin decidimos entrar y dejar de buscar. Mientras las dos que ya sabían cómo hacerlo devolvían la luz a la clase, las demás opinaban acerca de la desaparición de Jessica. Todas hablaban al mismo tiempo. Las especulaciones que alcancé a escuchar iban desde suicidio estilo Alfonsina Storni hasta secuestro y violación. -¡Por favor, silencio! – rogué asustada.  Al fin y al cabo era mi responsabilidad. Yo estaba casi segura que Jessica se había ido  porque mi clase la aburrió y mañana concurriría al instituto para borrarse de mi curso. No me quedaba otra alternativa que llamar a la directora y decirle lo que estaba sucediendo.  Mi futuro en el instituto estaba sellado.
 Busqué el celular. Las mujeres se callaron. De pronto sólo se oía el repiqueteo de la lluvia sobre el tejado. Levanté la mirada y me quedé helada, sin poder respirar. Dos agentes de policía estaban parados en la entrada del aula. Seguramente venían a comunicarme que a la pobre Jessica, que sólo había salido de  mi clase porque yo la aburría, la habían atacado.  O peor, la habían asesinado.   -¿Quién es la responsable?- preguntó uno de los policías.
 Di un paso adelante, estaba toda mojada, el pelo pegado a la cara. El  policía miraba el charquito que se iba formando a mis pies y me lanzó una extraña mirada cuando le pregunté temblando si habían encontrado a Jessica. – ¿Quien es Jessica?- me preguntó.  -Es la alumna que salió a hablar por teléfono y desapareció.
 -¿Así que les contó que se llama Jessica?  A ésa todavía no la encontramos. Es a la otra a la que venimos siguiendo desde hace unos días. Cuando ustedes salieron a buscar a la cómplice, ésa a la que ustedes llaman Jessica, la otra cortó la luz y procedió.   Hace un rato la vimos salir de acá corriendo en la oscuridad hacia la playa. Allí la arrestamos. Ya fotografiamos las pruebas, por eso puedo devolverles todo.- Y entregándome una bolsa se dirigió a la clase: - Creo que no falta nada, señoras, aquí están sus billeteras, sus tarjetas de crédito y hasta una pequeña computadora portátil.
 












domingo, 8 de febrero de 2015

Prosopografia etopeyica

"La descripción es una representación de algo o alguien a través de la palabra. Incluye una explicación ordenada y detallada de distintivas cualidades y circunstancias. Toda descripción es inevitablemente subjetiva ya que representa mediante el lenguaje aspectos parciales de cómo una persona observa e interpreta la realidad. El punto de vista de quien describe, sus necesidades y sus conocimientos sobre lo que describe son algunos de los muchos factores que influyen en el resultado. La descripción objetiva o denotativa, meramente informativa, consiste en la reconstrucción de la realidad sin permitir que interfieran cuestiones personales, como el gusto y las opiniones. La subjetiva o connotativa agrega a la información una apreciación personal, un punto de vista que hace de cada descripción algo único e irrepetible que expresa la impresión que el objeto causa en su observador. Cuando se habla de descripción de personas, la caracterización, existen también diversos tipos: la prosopografía ( recuento del aspecto físico de un individuo); la etopeya (enfoca las características psicológicas y morales) y el retrato, que es una combinación de prosopografía y etopeya" . 
Teníamos que basarnos en en esta explicación, que copié aquí directamente de mi cuaderno, para realizar el ejercicio de descripción que la profesora del curso pidió .
- Si mi marido lee cómo lo describí, se va a ofender - me dijo mi compañera de curso, una sesentona, abuela de seis nietos, cuando levanté la vista emocionada del ejercicio que me había dado a leer mientras tomábamos un café antes de entrar al taller. 
Poster de una pelicula colombiana del 2012.
- Si tu marido lo lee, se va a sentir feliz de que lo quieras tanto - le aseguré sin dudar, aunque no conocía a su marido y hasta ese momento no sabía que tenía uno. 
Mi compañera me permitió publicar su ejercicio: aquí está. ¿ Y ustedes qué opinan, ofendido o feliz ? 



Descripción optométrica-alfabética del hombre al que amo

Desde muy lejos, no lo puedo ver, sólo lo pienso, es  muchas letras - inteligente, trabajador, futbolero, rubio, sencillo, valeroso, comprensivo, joven y viejo.
Cuando lo veo de lejos, es todo con P - pelado, petiso y panzón.
De cerca, sonríe con I - irónico, inocente, de a ratos íntimamente inquietante.  
De más cerca sus ojos son C - celestes, cálidos, calmos y su clara mirada, rara vez compungida o congelante, suele ser confiable y cariñosa.
A su lado, es todo B - buen humor, buen corazón, buen amigo, besa bien.
Y cuando cierro los ojos, ya pegada a él, se me olvidan los adjetivos y sólo me salen verbos con A - abrázame, acaríciame, ámame.

Parafraseando a Maria Elena Walsh

Parafraseando a María Elena Walsh y a su Vaca estudiosa decidí que el nombre de mi nuevo blog será "La vieja estudiosa". Vivo muy lejos de la quebrada de Humahuaca, generalmente no me pongo guantes de tul o zapatos rojos, ni estoy sorda de una oreja, pero sí soy vieja, especialmente por afuera, y siempre quiero ir a la escuela. Bueno, no precisamente a la escuela sino a estudiar. No soy la única que se parece a la vaca de la canción. En cada una de los cursos en los que estudio, siempre encuentro otras "viejas" como yo, curiosas y estudiosas. Se trata de  gente que desarrolló carreras interesantes, que contribuyó al florecimiento del país, que crió hijos y mima nietos. Y que al jubilarse decide seguir creciendo. Nos unen las ganas de aprender. Sabemos que aprender significa cambiar, arriesgarse, ponerse en situación de no saber, de hacer errores, de agregar nuevas capas a nuestra vida espiritual y social. Y lo hacemos con placer, con humor, con la honestidad y la humildad que adquirimos junto con las arrugas de la cara. En algunos cursos hay también "viejos". Y a veces compartimos lecciones y amistad con estudiantes mucho más jóvenes que nosotras.
En estas páginas publicaré cosas que aprendo y pienso que puedan interesar a los demás  y también las historias de mis  compañeras y compañeros de curso, historias contadas como ejercicio de conversación en un idioma nuevo, escuchadas mientras nos esforzamos en el gimnasio o evocadas timidamente
 junto a la mesa de un café antes de entrar a la clase. 


La vaca estudiosa
vaca.gif
Había una vez una vaca
en la Quebrada de Humahuaca.
Como era muy vieja,
muy vieja, estaba sorda de una oreja.
Y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela.
Se puso unos zapatos rojos,
guantes de tul y un par de anteojos.
La vio la maestra asustada
y dijo: – Estas equivocada.
Y la vaca le respondió:
¿Por qué no puedo estudiar yo?
La vaca, vestida de blanco,
se acomodó en el primer banco.
Los chicos tirábamos tiza
y nos moríamos de risa.
La gente se fue muy curiosa
a ver a la vaca estudiosa.
La gente llegaba en camiones,
en bicicletas y en aviones.
Y como el bochinche aumentaba
en la escuela nadie estudiaba.
La vaca, de pie en un rincón,
rumiaba sola la lección.
Un día toditos los chicos
se convirtieron en borricos.
Y en ese lugar de Humahuacala
única sabia fue la vaca.