domingo, 8 de febrero de 2015

Parafraseando a Maria Elena Walsh

Parafraseando a María Elena Walsh y a su Vaca estudiosa decidí que el nombre de mi nuevo blog será "La vieja estudiosa". Vivo muy lejos de la quebrada de Humahuaca, generalmente no me pongo guantes de tul o zapatos rojos, ni estoy sorda de una oreja, pero sí soy vieja, especialmente por afuera, y siempre quiero ir a la escuela. Bueno, no precisamente a la escuela sino a estudiar. No soy la única que se parece a la vaca de la canción. En cada una de los cursos en los que estudio, siempre encuentro otras "viejas" como yo, curiosas y estudiosas. Se trata de  gente que desarrolló carreras interesantes, que contribuyó al florecimiento del país, que crió hijos y mima nietos. Y que al jubilarse decide seguir creciendo. Nos unen las ganas de aprender. Sabemos que aprender significa cambiar, arriesgarse, ponerse en situación de no saber, de hacer errores, de agregar nuevas capas a nuestra vida espiritual y social. Y lo hacemos con placer, con humor, con la honestidad y la humildad que adquirimos junto con las arrugas de la cara. En algunos cursos hay también "viejos". Y a veces compartimos lecciones y amistad con estudiantes mucho más jóvenes que nosotras.
En estas páginas publicaré cosas que aprendo y pienso que puedan interesar a los demás  y también las historias de mis  compañeras y compañeros de curso, historias contadas como ejercicio de conversación en un idioma nuevo, escuchadas mientras nos esforzamos en el gimnasio o evocadas timidamente
 junto a la mesa de un café antes de entrar a la clase. 


La vaca estudiosa
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Había una vez una vaca
en la Quebrada de Humahuaca.
Como era muy vieja,
muy vieja, estaba sorda de una oreja.
Y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela.
Se puso unos zapatos rojos,
guantes de tul y un par de anteojos.
La vio la maestra asustada
y dijo: – Estas equivocada.
Y la vaca le respondió:
¿Por qué no puedo estudiar yo?
La vaca, vestida de blanco,
se acomodó en el primer banco.
Los chicos tirábamos tiza
y nos moríamos de risa.
La gente se fue muy curiosa
a ver a la vaca estudiosa.
La gente llegaba en camiones,
en bicicletas y en aviones.
Y como el bochinche aumentaba
en la escuela nadie estudiaba.
La vaca, de pie en un rincón,
rumiaba sola la lección.
Un día toditos los chicos
se convirtieron en borricos.
Y en ese lugar de Humahuacala
única sabia fue la vaca.

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